En este contexto, el mensaje es claro: la continuidad laboral depende de la capacidad para integrarse a procesos impulsados por IA. Muchas compañías combinan incentivos económicos para quienes lideran la adopción tecnológica con sanciones —incluidos malos desempeños o despidos— para quienes se rezagan.
Expertos coinciden en que, en numerosos sectores, oponerse a la IA se interpreta hoy como un signo de poca flexibilidad y escasa disposición al aprendizaje continuo, lo que impacta de lleno en los procesos de selección y evaluación. Así, la adaptabilidad, la capacitación constante y la apertura a explorar nuevas herramientas dejaron de ser habilidades complementarias para convertirse en condiciones indispensables para crecer y sostenerse en la era digital.

