En su relato fundamentado con documentos que se apreciaban en la gran pantalla exhibida en el salón, destacó que a diferencia de los materiales convencionales, estas variedades presentan menor altura, lo que se traduce en mayor resistencia al vuelco, mejor tolerancia a condiciones adversas y un manejo más eficiente.
“El maíz enano no pierde potencial de rinde pese a su menor estatura; concentrar la energía en la espiga y reducir el gasto estructural en tallos, logra mayor eficiencia en el uso de nutrientes y del agua. Además su baja altura facilita la cosecha, mejora la aplicación de fungicidas y reduce las pérdidas en el lote.”, remarcó.
Si bien la tecnología se originó en programas de investigación internacionales, hoy comienza a generar interés en América Latina. Grandes semilleras ya trabajan en su adaptación tanto para zonas de alto potencial como para ambientes marginales, donde el viento y el estrés hídrico suelen ser determinantes.