La escasez de hacienda comienza a ser visible en todos los eslabones de la cadena. Más allá de los vaivenes del consumo interno, los valores de los “Gordos” han encontrado cierta estabilidad pero al sector le preocupa otro escenario; la faltante de animales pesados.
Los
números de 2023 terminaron con una faena en alza, marcando un crecimiento del
7,5%, acumulando 14,5 millones de cabezas. Esta situación explica el aporte
realizado por vacas y vaquillonas.
La sequía prolongada afectó tanto a la recría e invernada pastoril como
a los engordes a corral. De este modo, la invernada salió más liviana de los
campos ganaderos, mientras que se aceleraron los procesos de engorde a corral.
Esto marcó un incremento en la tasa de extracción de
categorías más jóvenes que no logran ser retenidos en engorde y limitan la
producción de animales pesados.
El Rosgan advirtió que además de estos factores vinculados al clima, la mayor extracción de animales livianos estuvo impulsada –en los últimos cinco años- por decisiones que vienen desde la política.
Medidas como falta de previsibilidad para la comercialización a largo plazo, las trabas a la exportación -principal demandante de animales pesados- y los elevados costos tanto impositivos como financieros, fueron factores que erosionaron los márgenes de ganancia y obligan a acortar los ciclos productivos.
Según el Rosgan, el desafío de la ganadería a partir de 2024 pasará por saber administrar la escasez de hacienda. Para este año, anticiparon que el negocio de la carne vacuna se verá afectado por la “aceleración de faena liviana”, porque no se podrán continuar las recrías pastoriles y el engorde a corral tendrá costos elevados.
“Mayores pesos de faena, implican mayor productividad
del stock, mayor aprovechamiento de los recursos, y una paulatina convergencia
de los estándares de producción demandados por el consumo y la exportación”,
concluyeron.